Aún recuerdo el día que fuimos con Blanca y su novio Israel, a ver la finca. Nada más llegar dijeron «esta precioso, queremos casarnos aquí». Desde ese momento dejaron de buscar, y juntos nos pusimos manos a la obra a organizar su boda.
El día antes de la boda el cielo estaba completamente nublado y durante toda la semana había llovido casí todos los días, pero mirar que día tan espectacular tuvieron al final, parecía el típico día de verano!
Los novios decidieron hacer el aperitivo en los jardines de la finca, y escogieron un showcooking de huevitos trufados con un estilo muy rústico. Además del cortador de jamón, la barra de cocktails, el showcooking dejó encantados a todos los invitados.
Siguiendo el mismo estilo rústico, que tanto buscaban los novios decidimos montar originales mesas para que los invitados pudieran sentarse si así lo querían. Unos palets y alpacas de paja se conviertieron en mesas y asientos ¿os gusta la idea?
Unas escaleras adornadas con flores, jarrones y plantas fueron el escenario perfecto para el protocolo de mesas en el que los invitados buscaban su nombre, y el lugar que los novios habían elegido para que cada uno de ellos se sentase.
Las mantelerías que eligieron para la comida, eran lisas de color fucsia intercalados con otros de flores en fucsia y beis.
Las mesas fueron adornadas con unos originales centros. En lugar de los tradicionales centros de mesa con jarrones de cristal, utilizarón jaulas y sombrereras.
Las minutas con el menú de boda, fueron impresas en el mismo color y con el logotipo que los novios hicieron para las invitaciones de boda, una jaula en color turquesa con un pajarito dentro. Siempre recomendamos a los novios seguir un mismo estilo y utlizar los colores y motivos de las invitaciones en la decoración de la celebración.
La barra libre tuvo lugar en la bodega. Al cruzar las puertas y bajar las escaleras, te trasladaba a la «Fería de Sevilla» ya que el flamenco era el estilo que decidió para este momento de la celebración.
Manteles de rayas verdes y blancas, como la bandera de Andalucía, cubrían la barra. Pompones y farolillos en los mismos colores adornaban el techo, y las mesitas con sillas típicas de las casetas de fería, eran el lugar dónde los invitados podían descansar o sentarse un rato al mismo tiempo que disfrutaban de la fiesta mientras todos bailaban.
Y para acabar no podía faltar un original fotocol flamenco, con sombreros de cordobés, peinatas de gitana, y todas las escaleras adornadas con geranios. Se convirtió en el lugar preferido de los invitados para hacerse divertidas fotos, y dejar a los novios emotivos mensajes en el libro de firmas.